Pocas y pocos están a favor de las traducciones de los títulos de las películas. Pero lo cierto es que, a veces, algunos llegan a funcionar en un determinado contexto. ¡Danzad, danzad, malditos! es un ejemplo en un film que Sidney Pollack hizo en 1969. Una cruda visión sobre los límites asumibles en situaciones desesperadas y una crítica a la actitud del otro sobre ello. Cincuenta años después, los jóvenes están preparados para muchas cosas. La sonoridad puede convertirse en danza para sus oídos. El ruido de lo que son y de lo que son capaces de hacer. ¡DANZAD, DANZAD, MALDITOS! es una coreografía sobre la resiliencia. Un baile que no están dispuestos a bailar a cualquier precio.
Exposición de Proyectos de alumnos de bachillerato de artes del Colegio Luis Vives
30 mayo al 5 junio 2019 en Casa Planas